7 Tipos de Felicidad que Solo las Plantas Pueden Darte (sin necesidad de un Jardín)

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A los que lleváis un tiempo siguiendo mi blog habréis podido notar cuánto me gusta hablar de la felicidad que nos regalan las plantas. Y no hablo solo de cuidar un jardín o un huerto en el exterior, ¡qué va! Basta con unas pocas macetas en tu balcón, terraza o incluso en la cocina para sentir esa chispa verde que lo cambia todo. Eso sí, siempre que las cuides con amor y dediques el tiempo que se merecen.

De todos los beneficios en nuestra salud y bienestar que nos ofrece la jardinería -relajarnos, mover el cuerpo, ejercitar la mente, estimular la creatividad, conectar con otros…- yo escogería el hacernos más felices. Por eso me conocen como Eva HappyVerde, y créeme ¡el nombre no es casualidad!

Según los psicólogos, la felicidad no es una sola, sino que se presenta de mil formas, como un ramo lleno de flores distintas. Como terapeuta hortícola, añado: cada planta que cuidamos en nuestro día a día aporta una tonalidad única a ese ramo de flores que hemos llamado felicidad.

En este artículo te invito a que me acompañes a descubrir cómo el simple gesto de regar, sembrar, cambiar de maceta o simplemente mirar crecer una hoja puede transformar nuestro día y regalarnos esa dosis tan necesaria de felicidad verde. La música que nos acompañará en esta aventura es mi adaptación particular a la conocida canción de Chavela Vargas: «Gracias a las plantas, que me han dado tanto… ¡en especial felicidad!»

Indice de contenidos de este artículo

Concepto de Felicidad

Pero… ¿qué entendemos realmente por felicidad? Imagino que coincidirás conmigo en que todos buscamos el equilibrio y el bienestar en nuestras vidas; en definitiva, aspiramos a sentirnos bien, satisfechos y contentos. 

Ciertamente, la búsqueda de la felicidad está presente en nuestra cultura y se ha convertido en el motor de nuestra forma de vivir.

Lo que quizás olvidamos a menudo es que la felicidad no es un destino fijo, sino un camino con muchas sendas y variados paisajes. Es un trayecto lleno de momentos, pequeños logros y aprendizajes que nos hacen sentir plenos y en conexión con lo que nos rodea.

La jardinería refleja muy bien esta idea. Aunque solo sea con unas cuantas macetas, nos invita a disfrutar del proceso: sembrar con ilusión, cuidar con constancia, esperar con paciencia y, al final, disfrutar del regalo de ver crecer lo que hemos cultivado. Cada brote nuevo, cada flor o fruto, cada planta que compartimos, es también una semilla de felicidad que recogemos en nuestro día a día. 

Formas de Felicidad y cómo las Plantas nos las Regalan

Como os he ido contando, las plantas no solo embellecen nuestros espacios, sino que también tienen un impacto positivo en nuestra felicidad y bienestar. A continuación, exploraremos las diferentes formas en que el cuidado de las plantas y la jardinería contribuyen en nuestro bienestar, a través del cultivo de las distintas formas de felicidad:

Felicidad Hedónica (basada en el placer)

La felicidad que nace de los pequeños placeres cotidianos, esos que nos sacan una sonrisa casi sin darnos cuenta.

7 Tipos de Felicidad que Solo las Plantas Pueden Darte (sin necesidad de un Jardín) • Plantas para la Vida • Kalanchoe Daigremontiana

En jardinería, puede ser el aroma fresco de la albahaca o la menta recién cortadas, la belleza de formas y colores de una flor cuando se abre, la emoción de ver brotar una nueva hoja, la textura suave del substrato nuevo entre los dedos o la calma que transmite un rincón verde en casa. 

Pequeñas vivencias jardineras que, al sumarse, nos regalan una gran satisfacción y momentos de auténtica felicidad.

→ Mini confesión personal: aún recuerdo cómo salté de alegría el día que vi florecer por primera vez el kalanchoe daigremontiana que me regaló mi madre de su colección (en la imagen). 

Felicidad Eudaimónica (basada en el propósito y el significado)

Una felicidad más profunda que brota cuando sentimos que lo que hacemos tiene un valor que va más allá de nosotros mismos. Que aporta algo positivo al mundo que nos rodea.

En jardinería, la encontramos al cultivar un huerto para alimentar a nuestra familia, al compartir plantas y conocimientos sobre ellas con otras personas, o al sumarnos a iniciativas que ayudan a conservar el medio ambiente. No se trata solo de plantar por plantar, sino de hacerlo con un propósito que aporte vida, cuidado y respeto a nuestro entorno natural.

→ Mini confesión personal: una de las experiencias que más felicidad me aporta es cuando imparto mis talleres de Jardinería en macetas para el bienestar. Ver cómo las personas descubren que, incluso en un espacio reducido, pueden cultivar belleza y alegría, -y al mismo tiempo sentirse mejor y más conectadas consigo mismas- me recuerda cada vez por qué dejé mi anterior profesión y elegí este camino de convertirme en terapeuta hortícola.

Felicidad a través del Flow

Esa felicidad que aparece cuando nos concentramos tanto en una actividad que el tiempo parece desaparecer.

La jardinería en general requiere atención, pero hay tareas muy especiales en las que la sensación de concentración se intensifica: podar, limpiar las hojas, arrancar las hierbas, o recolectar los frutos de nuestro huerto. En esos momentos el tiempo parece detenerse y nos sentimos completamente absorbidos por la tarea jardinera.  

→ Mini confesión personal: para mí, despuntar las flores marchitas de mis plantas se ha convertido en una tarea casi meditativa. Y además tiene recompensa: al hacerlo, las plantas en flor prologan su floración. (Si tienes curiosidad y te apetece saber más, te lo cuento en mi artículo anterior Razones por las que deberías eliminar las flores marchitas de tus plantas”)

Felicidad Social y Relacional

La felicidad que surge de nuestras relaciones con los demás, de sentirnos conectados, acompañados y parte de una comunidad.

Compartir esquejes con amigos, intercambiar semillas o incluso lucir con orgullo nuestras plantas en casa son gestos sencillos que crean vínculos y fortalecen relaciones.

→ Mini confesión personal: una de las cosas que más me atrae de mi profesión es la oportunidad que me brindan los talleres de Jardinería para el bienestar y los programas de Envejecimiento activo para conectar, y desde el corazón, con la gente. ¡Y no hablemos de cuántas personas puedes conocer organizando Mercadillos de esquejes!

Si lees mi artículo “Plantar esquejes, una práctica sostenible de multiplicar tus plantas que te conecta a las personas”, descubrirás las múltiples facetas del esquejado de plantas en maceta: una actividad sencilla, gratificante y que, además, te regala la oportunidad de estrechar lazos con tu barrio o tu pueblo.

Bienestar Psicológico

La felicidad que sentimos cuando nuestra mente encuentra calma, claridad y equilibrio emocional.

El cuidado de nuestras plantas tiene un efecto casi inmediato sobre nuestro estado mental: reduce el estrés, mejora la concentración, favorece la creatividad y hasta ayuda a dormir mejor. Cuidar de unas macetas se convierte en un ritual sencillo pero muy poderoso para fomentar la atención plena y reconectar con uno mismo al desconectarnos del ‘ruido’ constante del día a día.

→ Mini confesión personal: en mis talleres de Jardinería en macetas para el bienestar, me emociona escuchar a los participantes decir frases como “cuando estoy con mis plantas me olvido de todo y me siento tan feliz” o “me voy mucho más relajada y alegre que cuando llegué”. Estos testimonios son la mejor prueba de cómo la jardinería es capaz de regalarnos un respiro mental y un momento de auténtica paz interior.

Si quieres aprender cómo disfrutar plenamente de la jardinería y de ti, te invito a leer mi artículo Descubre el ritual perfecto para conectar con tus plantas y contigo mismo este año nuevo, donde te cuento cómo las plantas que tienes en casa pueden convertirse en tus mejores aliadas para encontrar calma y conectar con el ahora.

Felicidad Sostenible (bienestar a largo plazo)

La felicidad que nace de vivir en armonía con la naturaleza, cuidando de nuestro entorno y asegurando un futuro mejor.

La jardinería, incluso en macetas, nos conecta con los ciclos naturales, fomenta el respeto y la conciencia ecológica y nos anima a llevar un estilo de vida más amable con el planeta ya que nos recuerda que nuestras acciones tienen un impacto más allá de lo inmediato. 

Cultivar nuestras propias hierbas aromáticas, aprovechar restos orgánicos para hacer compost, elegir plantas autóctonas o de producción local, reducir el uso de agua de riego, priorizar el cultivo a partir de semillas o esquejes, o reutilizar macetas son pequeños gestos que, sumados, nos acercan a un estilo de vida más respetuoso con el planeta. Y esa coherencia entre lo que sentimos, pensamos y hacemos también nos regala bienestar.

→ Mini confesión personal: en mis talleres suelo insistir mucho en la idea de que cada gesto cuenta. Por eso fomento la reutilización de envases, el intercambio de esquejes, la elección de plantas autóctonas, y la incorporación de elementos de la naturaleza como piedras, ramas, piñas, etc. a nuestros jardines. Ver cómo las personas incorporan estos hábitos en su día a día me confirma que la jardinería es una gran aliada de la sostenibilidad… ¡y de nuestra felicidad!

Felicidad Espiritual

La felicidad que surge de conectar con algo más grande que nosotros mismos, ya sea la naturaleza, la vida, el universo o nuestra propia esencia interior.

Las plantas nos invitan a vivir esa conexión profunda. Observar el lento despliegue de un helecho, contemplar la delicadeza con la que se abre una flor de orquídea o simplemente pasear a primera hora en silencio en tu jardín o la terraza nos despiertan sensaciones de paz, asombro y gratitud por disfrutar de tan bellos instantes. En esos momentos, todo parece detenerse y sentimos que formamos parte de un equilibrio mayor.

→ Mini confesión personal: pocas cosas me dan tanta calma como sentarme en silencio junto a mis macetas y dejarme envolver por la luz que irradian. Ese instante sencillo -el verde fresco de una hoja nueva, el color puro y brillante de una flor que se abre- se transforma en mi pequeña meditación diaria de gratitud y esperanza, un recordatorio de que la vida fluye y siempre encuentra la manera de renovarse.

Como ves, la felicidad puede florecer de mil maneras distintas… ¡y las plantas son maestras en regalárnosla! No necesitas un gran jardín: basta con unas cuantas macetas para llenar tu día de calma, color y sonrisas.

Así que ya sabes: rodéate de vida verde, cuida y disfruta de tus plantas y deja que ellas también cuiden de ti. Porque, ‘!Gracias plantas, por regalarnos tantos momentos de felicidad!’

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